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¿Se puede aprender economía jugando a juegos de mesa?

  • ¿Dominar el Monopoly equivale a ser un as de las finanzas en la realidad? ¿Qué se puede aprender en una partida de Catán?
  • Iván Baena, cocreador de Cuéntame un Juego, analiza en Economía de bolsillo la capacidad educativa de los juegos de mesa
Tablero de Monopoly con dados (4 y 3), ficha de bota, casas, tarjetas y casillas como 'Mayfair' y 'Arca Comunal'.
Juegos de mesa como el Monopoly o Catán pueden usarse como herramientas de aprendizaje basado en el juego. UNPLASH
MARTA CERCADILLO

Un puñado de billetes, una propiedad disponible y una decisión rápida: ¿compras esa calle o esperas? Quizá te resulte más sensato invertir en una estación. O seguir formando un colchón de seguridad. Ya has tenido algún que otro susto con los imprevistos, con estancia en la cárcel incluida. Al otro lado, los demás también hacen sus cálculos.

Algunos ya han construido un imperio. Literalmente. Otros empiezan a quedarse sin dinero. "Me estoy arruinando", suelta alguien. Y no es solo una frase hecha. Lo siente así. Sin saber cómo ni cuándo, la partida ha dejado de ser un simple juego.

El dinero es de colores y los edificios son de plásticos. Las gestiones las dictan un par de dados y nadie pone en riesgo su patrimonio, pero la palabra "bancarrota" suena con fuerza. Las dinámicas que se activan en el Monopoly son muy reales. La presión de decidir, el vértigo de perder y la satisfacción de acertar no se alejan tanto del día a día.

"Al jugar se aprende sobre la gestión del dinero. Lo más importante es saber administrarlo teniendo en cuenta las adversidades durante el camino", explica el experto en juegos de mesa Iván Baena en Economía de bolsillo con Lourdes Castro.

¿Puede un tablero enseñar lecciones de economía? ¿Dominar el Monopoly o el Catán equivale a ser una estrella de las finanzas en la realidad?

La respuesta, según Baena, es que sí, pero con matices. Los juegos ayudan a entrenar ciertas aptitudes y a interiorizar conceptos, pero, como cualquier material educativo, no garantizan resultados por sí solos.

"Existe una gran cantidad de juegos de mesa que utilizan las matemáticas y otras asignaturas para aprender cosas de la vida", cuenta. "Fomentan capacidades cognitivas y habilidades sociales que los pequeños ejercitan mientras juegan, sin darse cuenta", añade.

Es lo que se conoce como "aprendizaje basado en el juego (ABJ)", una metodología que convierte el tablero en libros de texto y la diversión en refuerzo.

"Utilizamos el juego de mesa como una herramienta complementaria, nunca excluyendo a la enseñanza tradicional, —insiste Baena— para reforzar materias que pueden ser difíciles de asimilar".

Si incluso de adultos se nos escapan ciertos términos financieros, ¿cómo no van a resultarles complejos a los más pequeños?

Monopoly, lecciones teóricas y aprendizaje de reglas no escritas

El Monopoly puede ser una primera toma de contacto muy útil en este sentido. "Si a un niño o niña de nueve años le hablas de hipotecas o quiebras, no sabrá lo qué es, pero el concepto se le va quedando", apunta Baena.

Y aunque el juego es "muy bestia" —"su meta es que una sola persona gane todo y el resto quede en bancarrota"—, su mecánica ofrece una visión interesante de la gestión financiera. "Tiene cierto grado de estrategia. Hay que saber colocarse en el momento indicado y comprar en el momento oportuno las propiedades que podrían ser rentables a futuro asumiendo riesgos", señala Baena.

Pero, probablemente, la gran lección del Monopoly no sea esa. Quizá su gran enseñanza se encuentre en lo práctico y no en lo teórico. En entender la ley no escrita de la economía —y también de la vida—: la ventaja acumulativa.

Porque si bien nos gusta creer que nuestros resultados dependen del talento y esfuerzo, la suerte —buena o mala— resulta mucho más decisiva. Unos malos dados pueden bastar para determinar el resto de la partida.

"Si un jugador empieza a destacar, es muy complicado revertir la situación". Se puede, no es imposible, pero sí muy improbable. Y difícil. "Tiene que haber mucho azar o darse una decisión equivocada en un momento muy justo. El juego tiene el 'efecto bola de nieve'", destaca Baena.

Los ricos son y serán más ricos, y los pobres son y serán más pobres.

Los Colonos del Catán: negociar, ceder, conocer

Frente "al capitalismo en su grado más extremo que fomenta el Monopoly", Los Colonos del Catán, plantea otro enfoque. La clave no está en aplastar al rival, sino en colaborar cuando conviene y competir cuando toca. Nadie se arruina. Pero, igualmente, se puede perder. Hay vencedores y vencidos.

Eso sí, no existen bancos ni dinero. La moneda de cambio son las materias primas. Se comercia con el truque, no con la compra. "Cada jugador se sitúa en una zona de una isla virgen y trata de construir sus ciudades y expandirse", dice Baena, que insiste: "Si no negocias, no ganas".

De hecho, quien intente ir por libre o acaparar lo que no necesita, se queda atrás. Porque Catán premia la estrategia, sí, pero también el equilibrio. "Si fastidias al contrario, el resto de jugadores se puede poner en tu contra".

Y eso enseña. Se aprende a leer el contexto, a adaptarse, a pensar a medio plazo. Incluso a conocer a tus oponentes. A saber tratarles.

¡Aventureros al tren! y Finnelis: dos juegos, dos formas de gestionar

Algo similar ocurre con ¡Aventureros al tren!, un juego de gestión de cartas donde cada jugador dirige su propia compañía ferroviaria. "Tienes que crear rutas comerciales. No se comercia directamente con los otros rivales, pero puedes observar sus movimientos y adaptar tu estrategia para vencer", indica Baena.

Lo interesante y práctico, dice, reside en su dificultad dentro de una aparente sencillez. Fácil de jugar, difícil de dominar. Como la vida misma. Como Finnelis, el juego de mesa de gestión de economía familiar.

"Tienes un salario base y debes pagar los gastos fijos del mes y afrontar imprevistos como una avería en el coche o una lavadora rota", cuenta Baena. "Tras dos meses de simulación, se comparan las fichas de felicidad con el dinero que se ha logrado conservar". Y los pequeños aprenden. Descubren que no todo es tan sencillo como parece.