Sudán del Sur, cuatro historias de esperanza en un país azotado por la hambruna, la guerra civil y la crisis climática
Noticia Documentos TV
- El presidente Kiir y el vicepresidente Machar han obtenido beneficios económicos durante los seis años de guerra civil
- La hambruna afecta al 75% de la población y la guerra ha causado más de 400.000 muertos y cuatro millones de desplazados
*Documentos TV, nuevos programas los jueves a las 23:40 horas en La 2 de TVE y desde las 20:00 en RTVE Play
Sudán del Sur, el estado más joven del mundo, sufre una de las situaciones más crueles en materia de derechos humanos. En poco más de una década de estado independiente, la población civil prácticamente solo conoce los conflictos armados. Todos tienen familiares cercanos, amigos y conocidos que han sido asesinados.
Documentos TV se traslada a este país coincidiendo con el Día Mundial del Refugiado que se celebrará este viernes, 20 de junio. De la mano de cuatro supervivientes que no desesperan ante los retos diarios, e inspiran a otros a lograr la justicia y la paz para su pueblo, cuentan su historia en el documental titulado Esperanza.
Sudán del Sur, el estado fallido
El estado miembro de Naciones Unidas de más reciente creación cumple sus catorce años de independencia entre una guerra civil, una hambruna que afecta al 75% de la población y una preocupante vulneración económica y climática. Cuando, en enero de 2011, la población votó la secesión de Sudán por una mayoría abrumadora, nadie pudo imaginar que las luchas de poder entre el presidente Kiir y su vicepresidente Machar iban a desembocar en la guerra civil de 2013, que se extendería durante casi seis años.
Brian Adeba investiga la corrupción y los negocios del presidente de Sudán del Sur, Salva Kiir. © ISENSEE FILM
Estos líderes ayudados por una excesiva militarización, un creciente autoritarismo, una bochornosa inmunidad y una corrupción sin precedentes, infundieron temor fomentando la desconfianza entre las etnias nacionales para servir a los intereses de unos pocos. “Sí, la guerra es rentable”, asegura Brian Adeba, asesor político de The Sentry, organización perteneciente a la Fundación Clooney para la Justicia, desde donde llevan años denunciando las violaciones de los derechos humanos contra la población civil de Sudán del Sur.
“Sí, la guerra es rentable“
Los nuevos políticos, desde el primer momento, incurrieron en actuaciones similares a las del gobierno sudanés anterior, incluyendo “atrocidades masivas contra sus ciudadanos, hambrunas y violaciones, todo ello mientras saqueaban los recursos del estado y se enriquecían a sí mismos y a sus familias”, denuncia George Clooney, cofundador de la organización “The Sentry”. “No podemos seguir mirando hacia otro lado”, sentencia el actor estadounidense.
George Clooney, junto a John Prendergast, fundó la organización The Sentry involucrada en la búsqueda de la responsabilidad de los genocidios y crímenes en África. © ISENSEE FILM
La población fue sometida a este conflicto armado, cruento e inacabable, con un destino especialmente despiadado para jóvenes y niños. La crisis humanitaria, las hambrunas sin fin, la violencia sexual contra las mujeres y las niñas y el secuestro de menores para convertirlos en niños soldado fueron el paisaje macabro de los años de la guerra en el país más joven del planeta. A esto, hay que sumar los más de 400.000 muertos y los casi cuatro millones de desplazados, de los cuales, dos millones y medio huyeron a Sudán y Uganda.
Los refugiados de la esperanza
Gloria era una niña cuando estalló la guerra civil. Recuerda verdaderas atrocidades, como el convencimiento de que las mujeres de su pueblo estaban seguras de que las violarían y las matarían. “En mi tierra, en Sudán del Sur, mucha gente está muriendo”, explica años después desde el campo de refugiados de Rhino, en Uganda, adonde llegó en 2016, huyendo de la guerra.
Aquí reside todavía porque, aunque oficialmente el conflicto en su país ha terminado, la inseguridad es alarmante. “Todo el trauma que he sufrido durante la guerra me ha hecho soñar con ser abogada”, afirma Gloria. Como ella, muchos de los refugiados luchan por objetivos que trascienden las enemistades, las pertenencias tribales o incluso el hambre.
Todos trabajan por lograr, algún día, la justicia y la paz que sus gobernantes les arrebataron y poder disfrutarlas en Sudán del Sur. Es también el caso de Anthony, quien llevó a Gloria al campo de Rhino, uno de los más grandes del mundo. Él llegó allí de pequeño después de que las milicias asesinaran a toda su familia. “Nos llevaron a Etiopía y nos entrenaron para convertirnos en niños soldado”, relata Anthony que ahora es pastor en el campo de refugiados. Desde que llegó, su meta es prender la esperanza en jóvenes como Gloria quien este año ha comenzado ya sus estudios universitarios de Derecho. Su sueño se ha hecho realidad.
Gloria quiere ser abogada para tratar a las personas de forma igualitaria. © ISENSEE FILM
Susan Grace Duku, refugiada también de Sudán del Sur, es la segunda vez que se traslada al campo de refugiados de Uganda desde 1992. La última fue en 2016, cuando, junto a sus hijos, huyó de la guerra con lo puesto. Sudán del Sur es uno de los peores lugares del mundo para ser mujer. Por eso, lucha por los derechos de las mujeres para que aprendan a defenderse y dirigir sus vidas.
Susan, a la izquierda, trabaja para su comunidad porque está convencida de que de esta manera pueden conseguir la paz. © ISENSEE FILM
Comenzaron compartiendo habilidades y experiencias. “Eso es lo que nos ha llevado a formar la organización Mujeres Refugiadas y Ayuda a la Juventud”, afirma Susan orgullosa por lo conseguido. Con el mismo sentimiento se pronuncia Emma, otro refugiado sursudanés que, tras años de penuria en el campo, ha logrado revertir su situación gracias a la esperanza que le transmiten los que le rodean. “Sé que algún día la vida me sonreirá, porque he visto que hay una luz”, exclama convencido. Como estos cuatro refugiados, muchos más luchan a diario por sus sueños, que no son otros que el de tener un país próspero, democrático y libre.